sábado, 24 de marzo de 2018

Panda / Spa-Panda


Joaquín V. González
Curso de iniciación - Lengua y Literatura



Consigna 1 - Alumna: Gisela Stuchi

Palabra o frase: Panda / Spa-Panda

Tal vez los chinos dominen el mundo mediante influencias como Kung Fu Panda. Los pequeños de 
primaria querrán practicar artes marciales y abrazar pandas, por supuesto. Así pasó con mi hermanita. Ella en este momento se encuentra en el mundo de los San Bernardos, pero tuvo una etapa panda. Ese período duró lo suficiente como para crear una filosofía de vida (panda). Constaba de dormir y comer. Dormir y comer. Rodar. Un poco. Agitarse con el asma panda. Moverse lentamente, y estar en un dormitar eterno, llegando al punto de no saber si se está despierto o no. Quizás ese era el punto máximo para alcanzar el modelo ideal de vida: nunca despertarse del todo. He así cómo se fue construyendo un negocio de meditación. Creamos el Spa-Panda. Una especie de resort, dividido en áreas ecológicas y relajantes. Piletas, aguas termales, colinas para rodar, campos de bambús, y, echados en donde sea había pandas gordos, algunos pesados como rocas, otros livianos y esponjosos como almohadas. Nuestros amigos comenzaron a familiarizarse con estos pensamientos y nos acompañaban a flotar, acostados en la pileta principal. El sopor del verano invitaba a unirse a este pasar de los días, sin esfuerzos.
Se vendía merchandising como orejas de panda, almohadas, toallas, y peluches. El tiempo hizo que se crearan historias y leyendas sobre el lugar. Y aunque ya haya pasado de moda, sigue abierto a todo aquel que busca descanso, un alto en la actividad diaria. El resort Spa-Panda cuenta con seguridad propia, y área para el cuidado de los niños, quienes pueden interactuar con bebés pandas, aprendiendo de su cultura. También, una de las últimas secciones abiertas, es el método innovador de masajes: Aplastación panda.  Si bien no es la manera correcta de decirlo, los publicistas no se equivocaron.

Las vueltas entre la poesía y lo fantástico - "Última vuelta" de Samantha Schweblin


Joaquín V. González
Curso de iniciación – Lengua y Literatura

No había mucho tiempo para escribir, la entrega era de un día para el otro, y bueno. Está escrito sin retocar, sin aclarar mejor pensamientos. Pero si no lo subo ahora, nunca más lo voy a subir. No me alcanza la vida para corregir todas las hipponeadas. 

Consigna 4 – Las vueltas entre la poesía y lo fantástico

De acuerdo con las lecturas, no podemos dar un significado definitivo a poesía. Podemos sentirla, sentir cuando algo es poético. Y eso debe bastarnos para definirla. Incluso a los lectores que decimos que no nos gusta la poesía, o que no la entendemos, cuando algo nos conmueve, una de las primeras palabras para tratar de describir ese algo, es: “poético”.
Cortázar nos dice que “la poesía es eso que se queda fuera, cuando hemos terminado de definir la poesía. Creo que esa misma definición podría aplicarse en lo fantástico[1]”.
En la “Última vuelta”, de Samantha Shewblin, encontramos la unión de lo poético y lo fantástico. Empieza con una introducción de cuento infantil, que se va convirtiendo en algo más trágico a partir de: “Pregunta si la quiero. Digo que sí. Pregunta si vamos a vivir juntas para siempre[2]. Ahí nuestra mente de lector sensible empieza a abrirse a los posibles sentimientos que vengan a hacernos llorar. Al instante nos enteramos que la protagonista y su hermana Julia, desde la calesita, no encuentran a su mamá. Qué manera directa de llevarnos a la identificación. La mayoría de las personas entendemos eso de no encontrar a nuestra madre, poniéndonos en un contexto de vueltas y personas desconocidas, incomodándonos, en nuestro caballo que es lo único que nos hace feliz, y el entorno nos dice que nos tenemos que ir, que bajar. No queremos, pero la niña-anciana lo debe hacer.  
El carrusel se detiene”, “me preocupa no ver a mamá[3], son los momentos claves donde la niña se va transformando. Cuando apenas baja para ceder su lugar, otro niño lo ocupa, cuando apenas se da cuenta que bajó, en un segundo pasó toda su vida. Tomando la calesita como vida, y el caballo como infancia, encontramos los opuestos vida/muerte:
“Acaricio la piel cálida, fuerte de mi caballo”[4]/ “La abuela de los hermanos (…) Está helada y es tan flaca”, “Caigo al piso de tierra y creo que ella cae conmigo” (momento de fusión niña-anciana), “Siento frío”, “así inmóvil”, “huesos[5].
Ese momento visual, cuando la niña toma las manos de la anciana y caen juntas, al caer solo son una misma persona, es decir ambas son la anciana que no puede levantarse. Es ahí cuando lo fantástico resplandece, como el anillo imaginario de rubí. Cortázar dice: “de golpe nuestra inteligencia y nuestra sensibilidad tienen la impresión de que las leyes no se cumplen del todo, dando su lugar a una excepción[6].
Las palabras destacadas que nos hacen reflexionar, y leer con un subtexto la historia, son pura interpretación que sale del lector conmovido, ese que encuentra lo poético. Que al leer, está “esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje”, que no puede dejar de pensar porque “cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa”[7].
En una segunda lectura, sabiendo el final, hay una clara relación entre la primera y última página. “Pregunta si algún día tendremos un castillo, si va a ser inmenso y si las indias viven en castillos así, inmensos. Le digo que sí”[8]. Esto cuenta la niña-anciana al principio; y en el final, cuando parece que su vida se acaba pronto, ella ve “infinitas, las praderas verdes que me separan del castillo[9]”. Su reflexión del paso del tiempo, en su sueño despierto, ve cómo todos los años de su vida la separan de aquel momento, del castillo-infancia. No podemos afirmar que la anciana murió, así como no podemos definir la poesía o diferenciar qué es lo fantástico. Debemos quedarnos con esa idea (poética) que nos haya dejado.
Yo, como lectora, interpreto que se fue de esta vida en su ensueño. La última imagen que vemos es un paisaje verde y un castillo de fantasía. Si se me permite la referencia fuera de los textos estudiados, comparo este final con el de la película “Finding Neverland” (Descubriendo el país de Nunca Jamás)[10]. Donde la mujer protagonista fallece en el final, pero no vemos su cuerpo inerte, sino ella entrando en un mundo fantástico (y por qué no, poético), de hadas y otras seres, en un paisaje verde con colores infantiles. Entrando literal, a un cuento fantástico. A su vez, volviendo a “Última vuelta”, la anciana toma el mismo camino del Nunca Jamás. Va hacia su propio cuento fantástico, infantil, de indias hermosas, superpoderes, caballos y un castillo inmenso.


[1] El sentimiento de lo fantástico, Cortázar, J. pág 68.
[2] Última vuelta, pág. 54.
[3] Última vuelta, pág. 55.
[4] Última vuelta, pág. 55.
[5] Última vuelta, pág. 56
[6] El sentimiento de lo fantástico, Cortázar, J. pág. 68.
[7] La palabra que sana, Pizzarnik, A. pág. 49.
[8] Última vuelta, pág. 54.
[9] Última vuelta, pág. 56.
[10] Dirigida por Marc Forster, 2004.

sábado, 17 de marzo de 2018

Johnny y el tiempo en el metro - Cortázar "El perseguidor"



-Bruno, si un día lo pudieras escribir... No por mí, entiendes, a mí qué me importa. Pero debe ser hermoso, yo siento que debe ser hermoso. Te estaba diciendo que cuando empecé a tocar de chico me di cuenta de que el tiempo cambiaba. Esto se lo conté una vez a Jim y me dijo que todo el mundo siente lo mismo, y que cuando uno se abstrae... Dijo así, cuando uno se abstrae. Pero no, yo no me abstraigo cuando toco. Solamente que cambio de lugar. Es como en un ascensor, tú estás en el ascensor hablando con la gente, y no sientes nada raro, y entre tanto pasa el primer piso, el décimo, el veintiuno, y la ciudad se quedó ahí abajo, y tú estás terminando la frase que habías empezado al entrar, y entre las primeras palabras y las últimas hay cincuenta y dos pisos. Yo me di cuenta cuando empecé a tocar que entraba en un ascensor, pero era un ascensor de tiempo, si te lo puedo decir así. No creas que me olvidaba de la hipoteca o de la religión. Solamente que en esos momentos la hipoteca y la religión eran como el traje que uno no tiene puesto; yo sé que el traje está en el ropero, pero a mí no vas a decirme que en este momento ese traje existe. El traje existe cuando me lo pongo, y la hipoteca y la religión existían cuando terminaba de tocar y la vieja entraba con el pelo colgándole en mechones y se quejaba de que yo le rompía las orejas con esa-música-del-diablo. 

(...)
-Bueno, es algo que... Pero yo te estaba hablando del métro y no sé por qué cambiamos de tema. El métro es un gran invento, Bruno. Un día empecé a sentir algo en el métro, después me olvidé... Y entonces se repitió, dos o tres días después. Y al final me di cuenta. Es fácil de explicar, sabes, pero es fácil porque en realidad no es la verdadera explicación. La verdadera explicación sencillamente no se puede explicar. Tendrías que tomar el métro y esperar a que te ocurra, aunque me parece que eso solamente me ocurre a mí. Es un poco así, mira. (...)
El otro día me di bien cuenta de lo que pasaba. Me puse a pensar en mi vieja, después en Lan y los chicos, y claro, al momento me parecía que estaba caminando por mi barrio, y veía las caras de los muchachos, los de aquel tiempo. No era pensar, me parece que ya te he dicho muchas veces que yo no pienso nunca; estoy como parado en una esquina viendo pasar lo que pienso, pero no pienso lo que veo. ¿Te das cuenta? Jim dice que todos somos iguales, que en general (así dice) uno no piensa por su cuenta. Pongamos que sea así, la cuestión es que yo había tomado el métro en la estación de Saint-Michel y enseguida me puse a pensar en Lan y los chicos, y a ver el barrio. Apenas me senté me puse a pensar en ellos. Pero al mismo tiempo me daba cuenta de que estaba en el métro, y vi que al cabo de un minuto más o menos llegábamos a Odéon, y que la gente entraba y salía. Entonces seguí pensando en Lan y vi a mi vieja cuando volvía de hacer las compras y empecé a verlos a todos, a estar con ellos de una manera hermosísima, como hacía mucho que no sentía. Los recuerdos son siempre un asco, pero esta vez me gustaba pensar en los chicos y verlos. Si me pongo a contarte todo lo que vi no lo vas a creer porque tendría para rato . Y eso que ahorraba detalles. Por ejemplo, para decirte una sola cosa, veía a Lan con un vestido verde que se ponía cuando iba al Club 33 donde yo tocaba con Hamp. Veía el vestido con unas cintas, un moño, una especie de adorno al costado y un cuello... No al mismo tiempo, sino que en realidad me estaba paseando alrededor del vestido de Lan y lo miraba despacito. Y después miré la cara de Lan y la de los chicos, y después me acordé de Mike que vivía en la pieza de al lado, y cómo Mike me había contado la historia de los caballos salvajes en Colorado, y él que trabajaba en un rancho y hablaba sacando pecho como los domadores de caballos...
-Johnny -ha dicho Dédée desde su rincón.
-Fíjate que solamente te cuento un pedacito de todo lo que estaba pensando y viendo. ¿Cuánto hará que te estoy contando este pedacito?
-No sé, pongamos unos dos minutos.
-Pongamos unos dos minutos -remeda Johnny-. Dos minutos y te he contado un pedacito nada más. Si te contara todo lo que les vi hacer a los chicos, y cómo Hamp tocaba Save it, pretty mamma y yo escuchaba cada nota, si te contara que también le oí a mi vieja una oración larguísima, donde hablaba de repollos, me parece, pedía perdón por mi viejo y por mí y decía algo de unos repollos... Bueno, si te contara en detalle todo eso, pasarían más de dos minutos, ¿eh , Bruno?
-Si realmente escuchaste y viste todo eso, pasaría un buen cuarto de hora- le he dicho, riéndome.
-Pasaría un buen cuarto de hora, eh, Bruno. Entonces me vas a decir cómo puede ser que de repente siento que el métro se para y yo me salgo de mi vieja y Lan y todo aquello, y veo que estamos en Saint Germain-des-Prés, que queda justo a un minuto y medio de Odéon.
(...)
-Apenas un minuto y medio por tu tiempo, por el tiempo de ésa -ha dicho rencorosamente Johnny-. Y también por el del métro y el de mi reloj, malditos sean. Entonces, ¿cómo puede ser que yo haya estado pensando un cuarto de hora, eh, Bruno? ¿Cómo se puede pensar un cuarto de hora en un minuto y medio? Te juro que ese día no había fumado ni un pedacito, ni una hojita -agrega como un chico que se excusa-. Y después me ha vuelto a suceder, ahora me empieza a suceder en todas partes. Pero -agrega astutamente- sólo en el métro me puedo dar cuenta porque viajar en métro es como estar metido en un reloj. Las estaciones son los minutos, comprendes, es ese tiempo de ustedes, de ahora; pero yo sé que hay otro, y he estado pensando, pensando...
(...)
Sonrío lo mejor que puedo, comprendiendo vagamente que tiene razón, pero que lo que él sospecha y lo que yo presiento de su sospecha se va a borrar como siempre apenas esté en la calle y me meta en mi vida de todos los días. En ese momento estoy seguro de que Johnny dice algo que no nace solamente de que está medio loco, de que la realidad se le escapa y le deja en cambio una especie de parodia que él convierte en una esperanza. Todo lo que Johnny me dice en momentos así (y hace más de cinco años que Johnny me dice y les dice a todos cosas parecidas) no se puede escuchar prometiéndose volver a pensarlo más tarde. Apenas se está en la calle, apenas es el recuerdo y no Johnny quien repite las palabras, todo se vuelve un fantaseo de la marihuana, un manotear monótono (porque hay otros que dicen cosas parecidas, a cada rato se sabe de testimonios parecidos) y después de la maravilla nace la irritación, y a mí por lo menos me pasa que siento como si Johnny me hubiera estado tomando el pelo .Pero esto ocurre siempre al otro día, no cuando Johnny me lo está diciendo, porque entonces siento que hay algo que quiere ceder en alguna parte, una luz que busca encenderse, o más bien como si fuera necesario quebrar alguna cosa, quebrarla de arriba abajo como un tronco metiéndole una cuña y martillando hasta el final. Y Johnny ya no tiene fuerzas para martillar nada, y yo ni siquiera sé qué martillo haría falta para meter una cuña que tampoco me imagino.


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Fragmentos del cuento "El perseguidor", de Julio Cortázar.
















Cuentos de película - Cortázar

Jofaina.

No es que yo desprecie a la gente, pero me miraba con aire idiota.

La gente no es mala, y muchas desantenciones se cometen porque no se está en lo que se hace; igual ocurre en el autobús, en los almacenes y en las oficinas.

-Oh, no, señor. Debo haber bostezado, un momento antes de que usted entrara. Estoy un poco cansada, y la luz en el cuarto de... en el otro cuarto, no era muy buena. Cuando una bosteza...
-... le lloran los ojos -dijo él.

-Con usted es un placer, madame Francinet -decía-. Por suerte no es joven, con usted se puede ser amigo... No hay más que mirarla para ver que es buena, como una tía de provincia, alguien que uno puede mimar, y que lo puede mimar a uno, pero sin peligro, sin peligro...

Uno cree que es lunes y ya estamos a jueves.

Nunca se sabrá cómo hay que contar esto, si en primera persona o en segunda, usando la tercera del plural o inventando continuamente formas que no servirán de nada.
Si se pudiera decir: yo vieron subir la luna, o: nos me duele el fondo de los ojos, y sobre todo así: tú la mujer rubia eran las nubes que siguen corriendo delante de mis tus sus nuestros vuestros sus rostros.

con ese aire de doblemente quietas que tienen las cosas móviles cuando no se mueven.

Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías, actividad que debería enseñarse tempranamente a los niños, pues exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros.

en una petulante negativa mezclada con el arte de fatigar y desconcertar tanta inocencia lastimada.

...Yo creo que la música ayuda siempre a comprender un poco ese asunto. Bueno, no a comprender porque la verdad es que no comprendo nada. Lo único que hago es darme cuenta de que hay algo. Como esos sueños, no es cierto, en que empiezas a sospecharte que todo se va a echar a perder, y tienes un poco de miedo por adelantado; pero al mismo tiempo no estás nada seguro, y a lo mejor todo se da vuelta como un panqueque y de repente estás acostado con una chica preciosa y todo es divinamente perfecto.

-No hay nada aquí dentro, Bruno, lo que se dice nada. Esto no piensa ni entiende nada. Nunca me ha hecho falta, para decirte la verdad. Yo empiezo a entender de los ojos para abajo, y cuanto más abajo mejor entiendo. Pero no es realmente entender, en eso estoy de acuerdo.

Cuando no se está demasiado seguro de nada, lo mejor es crearse deberes a manera de flotadores.


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Fragmentos del libro "Cuentos de películas" de Julio Cortázar. Comprende los siguientes cuentos:

-Los buenos servicios.

-Las babas del diablo.

-El perseguidor.

-La autopista del sur.


Geografías - Benedetti

Mufa. Dichosas. Fradulenta. Clandestinidad. Inoportuno. Sanseacabó. Sulfures. Zumbón. Impúdico. Íntegro. Vitral. Fraguó. Incurría. Emergió. Percance. Despojaron. Ávidos. Letargo. Candidez. Voraz. Comparecer. Aprensión. Locuaz. Sobrevino. Penurias. Copiosamente. Sandeces. Insomne. Concierne. Arrimas. Recíprocos. Asumí. Escladecedores. Hurgar. Peculiaridad. Dotes. Acaloradamente. Inconmensurablemente. Mamarracho. Erudición. Desagravio. Desgarbado. Infructuosamente. Retraído. Indagar. Atribuir. Ínfimos. Escuetas. Insolencia. Azoro. Desparpajo. Segregáramos. Concertación. Inédito. Vislumbrar. Rendija.


Hippie de lujo. Pátina del tiempo. Decenio transcurrido. Beatas y santurrones. Hizo acto de presencia. Tanta congoja. Suplicio furtivo.

Cómo se cultiva el arte de la entrelínea.

Besos mejillones a Delia, abrazotes a mí.

Se acercan con los grandes e inútiles pasos  de la gente que llega tarde a una cita.

Es usted muy amable. Pero ahora la llevamos y usted verá qué paz.

Parecíamos destinados a desencontrarnos.

Quizá pensó que si se quedaba en su país se iba a desesperar a corto plazo y él bien sabía que no estaba hecho para la desesperación sino para el vagabundeo, la independencia, el modestísimo disfrute. Le gustaba la gente pero no se encadenaba. Se entretenía con el paisaje pero al final se empalagaba de tanto verde y añoraba el hollín de las ciudades. Saboreaba las tensiones metropolitanas pero llegaba un día en que se sentía cercado por los imponentes bloques de cemento.

Fue en ese preciso instante que a Ana María le pareció que el Ángel ahora tenía alas. No precisamente en la espalda sino en la mirada. Tenía la mirada de los que vuelan.

No podíamos dejar de darle vueltas y más vueltas al tema, sin ninguna gana de reconocernos inútiles para encontrar una solución a aquella pesadilla.


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Palabras y fragmentos del libro "Geografías", de Mario Benedetti. Comprende los siguientes textos:

-Eso dicen
-Geografías
-Ay del sueño
-En cenizas derribado
-Patria es humanidad
-Como Greenwich
-El silencio del mar
-Verde y sin Paula
-Los cinco
-De puro distraído
-Ceremonias
-Más o menos custodio
-Comarca extraña
-Balada


lunes, 25 de abril de 2016

Recopilación de frases sobre arte, cine y dibujo

Frases sacadas de los apuntes escritos por el prof. Jorge E. Lumbreras.

"La mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad del hombre que la mira."
Lin Yutang

"La imagen occidental vive atrapada dentro de un cuadro."
Guy Gauthier

"Nunca comencé una tela sin tener miedo." 
Henri Matisse

"Para ver cierro mis ojos."
Paul Cezanne

"La expresión siempre canta, nunca da explicaciones."
K. Gibrhan

"La cámara es el lápiz de dibujo del director. Debería ser todo lo móvil posible para registrar cada estado de ánimo pasajero y es importante que la cámara no se interponga entre el espectador y la imagen."
Fred Murnau

"Las estrellas no tienen miedo de parecer luciérnagas".
Tagore

"Algunos hombres observan el mundo y se preguntan, ¿por qué? Otros hombres observan el mundo y se preguntan,
 ¿por qué no?".
George Bernard Shaw

"El dibujo no es la forma, es la manera de ver la forma."
Degas

"Al contrario de lo que cree el profano, lo esencial del arte no es imitar la naturaleza, sino poner en obra, con el pretexto de la imitación, elementos plásticos puros: medidas, direcciones, adornos, luces, valores, colores, materias, distribuidos y organizados de acuerdo con los dictados de leyes naturales. Al proceder así, el artista no deja de ser tributario de la naturaleza, pero, en vez de imitar mezquinamente sus accidentes, imita sus leyes".
André Lhote

"Hay pintores que transforman el sol en una mancha amarilla, pero hay otros que gracias a su arte y su inteligencia, transforman una mancha amarilla en sol."
Pablo Picasso

"El éxito se puede hasta mendigar, solo la gloria se conquista."
A. Yupanqui

"Una buena película debe poder ser contada en solo siete sentencias."
Walt Disney

"En el artista no es importante lo que hace, sino lo que es".
Pablo Picasso







sábado, 9 de abril de 2016

Lealtad azul


 Acariciaba su color oscuro. Con el movimiento le respondía. A donde sea, él iba, como sea, lo defendía. El viento con el desastre que se llevaba, marcaba la hora de abandonarlo. Tenía que apurarse. Lo abrazó.

Corrió con él la lealtad sin dudar.

Crujían las tablas de madera. Los hombres llenos de agua como una parte más de su ser, tiraban de las sogas. Se sorprendieron al escuchar la última orden. Esperar. El señor que venía no podía irse. Ellos le tenían mucho aprecio a él, y a todo lo que habían vivido. Comprendían el sentimiento. No. Todos estaban confusos.

No querían ir con ellos. Después de palabras inapropiadas en voces gastadas, de lejos ladraba a su compañero fiel.


Todos apretados, las olas tristes. Lo habían abandonado.


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Texto: Gisela Stuchi