domingo, 19 de octubre de 2014

El cine

 Adiós, Ruperta. Adiós a todos. Era la hora.
 Con una camisa clara y fresca salí tranquilo. No preparé ningún guión, porque no me los acuerdo. Entonces seguí caminando sin pensar con exactitud. El sentimiento de alegría y confianza ocupaba mi mente.
 Corrí, anduve en bicicleta, usé otros transportes, corrí, subí montañas, bajé montañas, caminé, corrí, salté, volé, otros vehículos, una patineta, un monopatín, nadé, crucé, el mar, el océano, tomé un coco de una isla, navegué en balsa, me abroché un botón casi suelto de la camisa fresca, seguí caminando, pensé en los colores y en la alegría, doblé a la derecha, doblé a la izquierda, giré sobre mí mismo, se hizo de noche y de día, y ya era la tarde. Pasaron unas nubes. Caminé un poco más, subí unas escaleras y vi el cielo.
 Vestida con una frescura y soltura mucho más relajadamente hermosa que la mía, me esperaba.
 Compramos las entradas de la función más próxima y fuimos a la sala. Nos sentamos y la miré otra vez. Viajé por el espacio, nadé en las profundidades de los mares desconocidos, volando di la vuelta al mundo, encontré la magia de los cuentos y las creencias de todos los hombres, lloré, reí, lloré, sonreí y me caí de la fantasía cuando prendieron las luces.
 No sé bien qué pasó, pero ella me estaba diciendo que era la peor película del mundo; que no podían pasar tantas cosas de esa forma. Y sobre todo, el título no tenía nada que ver: Adiós, Ruperta.


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Texto: Gisela Stuchi.

sábado, 18 de octubre de 2014

Panjamon

 Jean-Yves Domalan nació el 10 de septiembre de 1970, en Indonesia. Se crió en una familia adinerada. A los 20 años tuvo la oportunidad de ir a Estados Unidos, se instaló. Empezó sus estudios de literatura e idiomas, ya que desde chico mostraba interés por los cuentos, las historias y las palabras. El cambio de cultura no le afectó. Jean-Yves estaba fascinado.
 A medida que avanzaban sus estudios, escribió su primer novela: Crímenes en Singapur. La crítica lo recibió bien, animándolo a más. Se dedicó unos años a la literatura policial, escribió ensayos sobre idiomas y además, trabajó de traductor.
 A este autor le encantaba Estados Unidos, era un lugar muy diferente a Indonesia. Afirmaba amar estos dos países, pero quería seguir viajando. Así fue que recorrió otros diez países: Cuba, Brasil, Australia, Alemania, Inglaterra, Checoslovaquia, Rumania, Irlanda, Rusia y Argelia.
 Se puede observar sutilmente el cambio de estilo. En cada país, intentaba publicar una obra. Sus últimos trabajos no eran policiales, trataban sobre lugares inventados. Escribía sobre leyendas ya existentes o que él mismo creaba. Cada libro es un verdadero viaje por zonas inspiradas en las que el autor conoció.
 Recorriendo y creando historias, se popularizó en el ambiente literario. Se lo reconoce como un autor soñador, que relata más enamorado de los lugares, que interesado por la historia que cuenta. Sus libros se destacan también por incluir personajes muy particulares, en contextos no habituales, y por la inevitable influencia de Indonesia.
 A Jean-Yves, lo etiquetan de solitario. Sin embargo él asegura tener amigos en todo el mundo. 


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Texto: Gisela Stuchi.